sábado, 28 de febrero de 2009

Resulta que somos criaturas confusas



 Pero si mañana quieres ser mi Día, debes dejarme hoy ser Noche tuya. Y cuando desees cambiamos los papeles, que me hace gracia llevar tu máscara. Lo que no aguanto es que intentes basar mi certeza en la duda de otros, el zumbido ajeno que a veces me cargas, los muros de un pasado que ni me interesa, la orden sin concierto. Adiós o lo que quieras, y mira que gano mucho cuando me cierras la boca.

sea cual sea nuestra experiencia.



 Distingo tu figura allá a lo lejos, y el verte venir afila los cuchillos más asesinos de mi memoria. Empiezan a sacudirme imágenes crudas, acompañadas por el son de una fuga macerado en granito. Mi mente viaja a antes de ti, cuando no hablaba más que al sol, tan tranquilamente vivía en mi quietud. Todo estaba reposadamente mejor, mucho mejor que ahora y simplemente mejor que casi siempre. ¿Cómo esperar entonces aquello, semejante destrozo y así, sin un simple arañazo, sin una escaramuza previa que sirviera de prólogo a nuestro libro?

 Yo era una torre. Buena construcción y materiales resistentes. El tiempo pasaba y las olas se estrellaban a mis pies; la mar violenta que cobraba vidas a capricho sólo podía acariciarme, y eso en sus días más fuertes. Vivía sin mayor sustento que la soledad, bajo mi propio resguardo y estima. Pero llegaste. Llegaste y con tantas ganas de todo, que nunca hubiera sospechado que habrías de ser mi hiel. 

 No sería justo culparte, no soporto esconderme bajo mi propia indulgencia. A fin de cuentas, sólo yo pude darte las llaves de mi estancia y es bien cierto que no me obligaste a ello. Hay quien se lanza al abismo, y hay quien lo hace por medio del otro. Soy responsable único de lo que va quedando de mí; señor de un despojo, siento cómo silba el aire entre piedras de la parte que ayer fue todo.

 Pero viendo que ya estás cerca, debo cumplir mi deber avisándote. No sé si vuelves aquí por accidente, aburrimiento o vienes guiando a tu soberbia. Mis males se extienden como una gangrena invisible, y mi vida es hoy peligro por caída de cascotes. Acércate si es tu deseo, pero sé consciente de que tu presencia puede provocar un alud. Y a estas alturas no hay drama: poco importa que descanses bajo sillares o te quedes ahí mirándome, casi nada somos ya y maldita la falta que nos hace. Vuelve por donde viniste o entra, conmigo ya has terminado. 
 
 Todo sigue a su ritmo, van girando los días y a mí que me registren. Se aparta al socaire de una piedra el lagarto, esquivando vientos que silban Rascayú, Rascayú

 

viernes, 27 de febrero de 2009

normalmente nos sorprende


 Al principio creíste que con portarte bien y no hacer ruido bastaría. Unir el crecimiento a la obediencia debería protegerte; tu expediente académico correcto y mediocre te ayudaría -pensabas- a sobrevolar las alimañas del trabajo. No fue así. El mercado laboral te pasó por encima, y tantos años de agachar la cabeza no te libraron del clásico frustrado que intenta vadear sus miserias pisando al más débil, y el más débil eras tú. Supiste esquivar al monstruo entrando en política. Volviste a obedecer y te fue bien durante una temporada. Pero el amo tenía otros perros que encontraban antes el palo, perfectos inútiles que jamás podrían hacer sombra a sus superiores, imbéciles de gran utilidad para que el reparto de poder no cambiase de manos aunque cambiase de nombres. Y así estabas, otra vez en fuera de juego y con las alas cortadas. Aunque ahora tenías suficientes apoyos e información para -de no poder hacer una carrera en el partido digna de tal nombre- jugar la baza de las comisiones, los maletines, el blanqueo de dinero y el trapicheo de influencias al postor de turno. Era un camino lógico y torpe, siempre varios pasos por detrás del flautista. De un trabajo mal pagado a la degeneración del aparato político, y de ahí al delito de turno, siempre huyendo en silencio y buscando resguardo. Este último parecía tu sitio natural; estabas cómodo llevándote lo tuyo, casi no te hacía falta intrigar. Era un cargo diseñado a tu medida, dado que en tu ámbito cercano, tanto los más válidos como los más lerdos habían despegado ya hacia el Congreso, o tenían una reserva espiritual de escrúpulos que impedía pensar siquiera en robar contigo. Tan tranquilo estabas allí, en tu tierra de nadie, cuando volvieron a cambiarte el paso; también es mala suerte. Y ahora te ves entre rejas, tú, que nunca fuiste por ahí pisando al personal, ni diste una mala contestación; ni una mala mirada, ante la continua humillación de tu vida. Pero así funciona este tinglado, a veces hay que darle trabajo a la justicia, y el pueblo agradece estas dosis de carnaza, que demuestran patentemente la eficacia de nuestro sistema, que castiga siempre al delincuente de manera eficaz y ejemplarizante. Niños, no robéis, si no tenéis cuidado podéis terminar como el señor concejal.    

y, si bien es a veces previsible


 No te conformabas con una amistad sincera, tenías que tener aquel torpe remedo de amor. Preferías el oro falso a la plata de ley, y todavía quieres que alguien comprenda tu pretendida indignación. Como si no supieses desde el principio lo que tenía que pasar, como si pudiera sostenerse para siempre aquel títere, tan mal cosido sobre el armazón de tus mentiras.

jueves, 26 de febrero de 2009

pues es el cambio constante lo que nos define


 y si te agobian los cambios, repara en que eres una mutación ininterrumpida. Tus células se disfrazan, crecen, se mueven y se mueren, y nadie sabe si vuelve a sonar alguna música tras pasar la última puerta; pero antes la materia va recorriendo estados, y aquellas alteraciones físicas encienden fuegos artificiales en mi bóveda craneal, y puedo seguir con este párrafo maleable, o darle unatina del Siglo de Oro mientras bailan mis tripas, Ande la rueda y coz con ella y enseguida me iré a dormir, sabiendo que mi noche seguirá aprendiendo lecciones, raros tesoros volátiles que marcharán con el día

fruto de cambiantes circunstancias



 Quién te lo iba a decir el día de autos, cuando por dormir en casa ajena llegabas tarde al trabajo y te atropelló aquel patán, que pasó con su semáforo ámbar, mientras el hombrecito verde parpadeaba allí arriba, y tú retorciéndote de dolor por aquí abajo. La leve cojera de por vida hubiera sido el mayor de tus males, de no haber tenido aquel compañero de habitación en el hospital: un narcotraficante en horas bajas, un reptil sin escrúpulos que supo salvarse de la quema tan vilmente, poniendo en tu contra las pruebas que debían haberle condenado para siempre jamás. Y después -hay que joderse- todo un sistema legal en tu contra, desventajas de ser pobre en aquel mundo justo y necesario. Y ahora, tras varias violaciones sufridas a tus espaldas, con los resultados del test del VIH en la mano, sin atreverte a abrir el sobre mientras el médico te mira con cara de china en el zapato; te acuerdas de la noche anterior a todo aquello, cuando salías de la Disco exultantemente borracho, llevando a hombros a la tía más fea de la fiesta, crees, como si a estas alturas pudieras acordarte de su cara.  

aunque sea un respeto infundado



 Ánimo, Señor Presidente!! No desfallezca usté ahora. No nos quite la ilusión, y menos en estos días de crisis. No rompa la magia de nuestro letargo.

 No cuando tantos y tanto necesitamos de sus mentiras.

alguien digno de respeto



 Debo reconocer que yo también os odiaba. Pecadillos de adolescencia, supongo. Tampoco soy el único; muchos de nosotros hemos pasado una juventud comunistoide, o nos hemos creído los derechos humanos y todo aquello... Alguno, incluso hoy, sigue reivindicando la solidaridad entre hombres desde su castillo en la Toscana, mientras otros cantan la Internacional junto a botellas de Moët & Chandon. Modestamente, nunca podría llegar a esos niveles de cinismo, pero debo reconocer que el dinero me ha abierto los ojos, ¿Podría vivir renunciando al canibalismo? Los que quieran la respuesta que la busquen en la Toscana, en medio de un latifundio. 

 Pero sí, aún lo recuerdo. Hubo un tiempo en que yo también nos odiaba.  

miércoles, 25 de febrero de 2009

o en sus peores lugares



 Bienvenidos a nuestro hotel de 7 estrellas, donde podrán disfrutar la máxima expresión del lujo. Vivimos para que su estancia sea un placer inolvidable, algo fuera de toda comparación. Para ello, estudiamos personalmente a cada cliente y procuramos adaptar nuestro servicio a sus necesidades.
 ¿Es usted traficante de armas? Un coro de niños-soldado le traerá el desayuno a su suite, forrada con metralletas de oro.
 ¿Consejero de una multinacional, quizá? Disfrute con nuestras proyecciones en pantallas gigantes con temas como La Tala de la Selva Amazónica en tiempo real, Emisiones Contaminantes Sí, gracias o Extinción de los Derechos laborales en el mundo moderno y sus evidentes ventajas .
 ¿Deportista analfabeto en la cumbre de su carrera? Contemple las fotos de las paredes, llenas de meninos da rua inhalando pegamento junto a las favelas do Río, y ríase de lo lejos que está ya todo aquello. Aquí, en un entorno incomparable, imitando la humilde morada de su infancia, esta vez con grifos de oro.
 ¿Estrella del Rock? Pídanos hasta 100.000 botellas diarias de lo que se le ocurra. Servicio de Catering y Orgía las 24 horas. Escandalícenos cuanto quiera. Podrá llevar a cabo cualquier gilipollez que se le ocurra; si está muy borracho o drogado tenemos nuestro propio listado de sugerencias; si no está muy borracho o drogado pondremos todos los medios a su disposición para que llegue a estarlo. Es nuestro ídolo, y nosotros le adoramos.
 
 Resumiendo: Usted es un triunfador y nosotros debemos mimarlo, para que siga siendo un referente de nuestra sociedad. Para que toda esa pobre gente que le admira pueda creer en su cercanía, en que algún día ellos o sus hijos podrán ser como usted.
 
 Disfrute el olor a sangre.
 

incluso en sus peores momentos



 No me parece casual que empiecen a crecerme ahora estos brotes de ruina, justo después de empeñar las tijeras que podrían podarlos.

martes, 24 de febrero de 2009

alguien digno de admiración


 De las maravillosas frases condicionales de Avogadro (1):


 "Si cojeas de ambas piernas, abstente de bailar claqué salvo que te ofrezcan un cuévano de vendimiar repleto de papel moneda de curso legal, a ser posible con más de un cero por billete."

que nos hace creernos alguien



 Nadie ha vencido al Caballero Negro.

 Nadie es todopoderoso, pero su condescendencia nos deja vivir.
 Nadie nos ayuda en las crisis, a nosotros, tan mayorcitos ellos.
 Nadie es pescador de río revuelto, apoyando guerras civiles en el África Negra.
 Nadie se lucra con el analfabetismo de tus jóvenes cachorros.
 Nadie fue nunca Ulises de Ítaca, porque los héroes malmueren en un parque Disney a cambio de sangre inocente.
 Nadie explota a los niños en una casa de putas que mascan chicle, y parece cambiar de manos un billete con la cara de Dios.  
 Nadie te pone una pistola en la sien, pero si te atreves a mirar descubres que es tu índice el que roza el gatillo.
 Nadie escucha tu historia con interés, porque Nadie tiene la suya propia pero parece comprender al vecino.

 Si esto no te gusta, quizá te esté corroyendo la envidia. Te jodes por no ser Nadie.
 
 

sustento de nuestro ego falaz


 En estos tiernos momentos casi parece que no nos odiemos. Qué hermosa, qué bendita esta hipocresía nuestra que tanto nos une. Los temerosos de soledad no conocemos descanso ante la cruel persecución a la que Verdad nos somete. Mejor gozar nuestra muerte que rendirnos a lo que es. Pero repasemos, que no entre el aire, esta ley una vez más.

esa miseria beatífica



 Que nos protege de cosas peores. A mí mismo, sin ir más lejos, estos años de condena al ostracismo me han ayudado bastante. El fracaso material nos revela las cosas importantes de la vida. Disfrutar de un tiempo libre antaño tan escaso, unido a una relación más constante con los míos, son factores que han repoblado mi alma hasta infinitos horizontes, sólo conocidos por aquellos que alguna vez se han sentado tranquilamente a ver pasar los días. Dudo que haya mejor mentor para bucear en los abismos de nuestra sociedad, que la entrañable y humana cola del paro, tantas veces usada como observatorio y sala de los espejos. Comportamientos aparentemente insignificantes, como escrutar una partida de dominó, son perfectamente aprovechables por un espectador cultivado, que bien sabrá usarlos para la expansión natural de su alma.
 Quiero decir con todo esto, que todo el tiempo privado de la falsa gloria del éxito anterior no ha hecho sino reforzar mis paredes exteriores, iluminando como nunca antes el interior de mi ser, tan descuidado antes bajo los excesos del dinero y las compañías de usar y tirar, aunque al final pareciese yo el tirado. Pero todo aquello era engañoso. Aunque quizás también ahora despiste un poco; por mi aspecto exterior, digo. Soy consciente de que mi olor corporal es manifiestamente mejorable, y de que nunca termino de arrancar las legañas de mi barba. La botella de vino en el bolsillo tampoco ayuda, claro. Estos son pequeños detalles, perfectamente subsanables con el primer sueldo o anticipo. Por supuesto no vengo aquí a mendigar nada. Simplemente ofrezco una experiencia contrastada, apoyada en la mencionada riqueza interior recién descubierta, a un precio ultracompetitivo, incluso frente a cualquier becario. Y tampoco, tampoco se trata de dar pena; aunque quizá me suicide si después de una primera negativa, vuelva aquí a arrastrarme y continuéis cerrándome las puertas. La pena es para los esclavos del mundo material, y yo soy un hombre libre, sin las ataduras del dinero. Aunque puede parecer contradictorio, pregonar la propia liberación mientras se mendiga un trabajo basura. Así somos los genios: contradictorios, imprevisibles... encerrados de por vida en la resplandeciente armadura del autoengaño.